Testimonio: Don Bosco Fambul, siempre hay otra oportunidad
Por segunda vez he tenido la oportunidad de compartir
mi verano como voluntaria en Don Bosco Fambul, la obra que los salesianos
tienen en Sierra Leona con la que estamos hermanados en Hermana África. He podido
convivir, compartir, y aprender mucho de esta gran familia: Fambul significa
familia en la lengua Krio, el idioma desarrollado principalmente en Freetown, la
capital.
Desde luego Don Bosco es una gran familia que
alberga muchos programas; aunque he dedicado la mayor parte de mi tiempo a las
niñas, he tenido la suerte de conocer casi todos los proyectos:
Acoge en el Girls Shelter a niñas que han
sufrido abuso sexual, psicológico o físico y que viven allí hasta que se
resuelve su caso en los tribunales y pueden volver con su familia o con una de
acogida.
Rescata de las calles a niñas situación de
prostitución mediante dos proyectos. El Grisl shelter plus, o Girls OS + en
Krío, que es un hogar donde viven en un
ambiente familiar cuando ya han salido de las calles, en el que reciben atención, educación… hasta
que pueden volver con su familia, ir a estudiar…
Y el proyecto Don Bosco sobre Ruedas, un
autobús que visita localidades cercanas
a Freetown donde hay muchísimas niñas que siguen ejerciendo la prostitución:
allí se contacta con ellas, se les da atención médica, formación, se les da la
oportunidad de expresarse con libertad… y se les van abriendo los ojos a que
otra vida es posible, que pueden incorporarse al Girls OS + cuando vean que es
su momento o recibir apoyo para reincorporarse a la sociedad como mujeres
libres.
Acoge chicos de la calle en un proyecto
residencial que les permite rehabilitarse y volver después con su familia
nuclear, extensa o con otra de acogida. Y trabaja con los niños que siguen en
la calle con el programa Don Bosco sobre Ruedas.
Apoya mediante casa tuteladas a jóvenes que no tuvieron oportunidad de formarse por la larga guerra civil o el
ébola y tienen difícil encontrar hueco en el mundo laboral, este proyecto les ayuda a iniciar la vida adulta.
Da asistencia médica, legal,
espiritual, alimentaria… a los internos de
la prisión de Pademba que viven en un infierno, hacinados, sin ningún tipo de
atención, con un escaso plato de comida al día.
También atiende una parroquia, un colegio que
en agosto organizaba un campamento de verano durante las vacaciones escolares
al que asistían niños y niñas del colegio, del barrio y de los programas
residenciales y por tanto permitía convivir a los niños de la calle, las niñas
que habían salido de la prostitución, las niñas víctimas de abusos… con niños
de la escuela.
Así que, he podido convivir con niños y niñas,
jóvenes, hombres y mujeres fuertes, alegres, entusiastas… y sobre todo, ¡que tienen
esperanza! Quizá es eso lo que más llama la atención y lo que después, ahora
que ya ha pasado un tiempo de mi estancia allí recuerdo con más fuerza: han
pasado por experiencias muy duras, han llevado unas vidas terribles, pero nos
demuestran que nunca está todo perdido, que siempre hay otra oportunidad. En
Don Bosco he conocido a jóvenes rescatados de las calles que hoy están
estudiando gracias al programa de casas tuteladas, al actual coordinador de uno
de los proyectos que fue niño de la calle rescatado por el proyecto, a una de
las trabajadoras en prácticas del Girsl Shelter plus que sufrió abusos por
parte de su padre durante años, fue acogida por Don Bosco Fambul y hoy está
estudiando trabajo social gracias a su ayuda… y como éstas, muchas otras
historias que nos demuestran que los sueños, son posibles. Ésta es la gran
lección que he aprendido: siempre hay otra oportunidad; siempre, todos, tenemos
el derecho y yo diría, la obligación de soñar.
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