Mi
experiencia en Sierra Leona
Este verano he tenido la
oportunidad de vivir como voluntaria en Don Bosco Fambul, la obra salesiana de Freetown, en
Sierra Leona, con la que estamos hermanados. La experiencia me ha permitido ver algo de la realidad de uno de los
países más pobres del mundo, acercarme a su gente y conocer alguno de los
programas que los salesianos llevan a cabo allí.
Enseguida me vi inmersa en la
pobreza de las calles, los transportes, las casas; el caos del tráfico, el olor
de los coches, las cocinas y la lluvia que me acompañó siempre. Poco a poco fui
viendo también la belleza de sus colores, los mercados…y sus gentes. Encontré
en la sociedad los efectos de tantos años de asistencialismo de las ONGs:
parecen dependientes y conformistas, toleran la corrupción y la injusticia…, y descubrí
en las personas que conocí su hospitalidad, su generosidad, su alegría, sus
ganas de salir adelante pese a todo.
Compartí casa con Marta, voluntaria
de larga estancia de Jóvenes y Desarrollo, que me ayudó y acogió en su gran
grupo de amigos europeos y africanos. Gracias a ella conocí a los vecinos
jóvenes, algunos de ellos pertenecientes a uno de los Group Home de Don Bosco
Fambul, esta generación perdió su oportunidad de formarse y trabajar debido a la
guerra y el ébola, y ahora tienen difícil encontrar hueco en el mundo laboral;
la vida en casas tuteladas les ayuda a iniciar su vida adulta.
La Comunidad salesiana se
encontraba en un momento de transición, su director Jorge Crisafulli sólo
llevaba allí un mes, por lo que se encontró con la decisión sobre mi estancia
ya tomada; sin embargo, a pesar de la ingente cantidad de trabajo que tenía, me
atendió siempre.
Mi principal
actividad ha sido en el Girls Shelter (Casa Laura Vicuña) que es un hogar para
niñas que ha sufrido abuso físico o sexual, las acoge mientras se resuelve su
caso en la Corte y hasta que pueden volver con su familia biológica o de
acogida. Durante este tiempo se les da apoyo psicológico, médico, jurídico, se
las instruye en la prevención del abuso sexual… Allí pasaba la mañana y la hora
de la comida y pude convivir con las niñas, aprender y compartir mucho con
ellas. Los primeros días fueron más duros
porque me costaba la comunicación, mi inglés no es bueno y su acento muy
diferente, además el choque cultural es grande: la casa era muy pobre, la visión
de la infancia, el sentido del tiempo… es muy distinto. No me parecía fácil
encontrar qué hacer allí, ¡veía tanto por cambiar! Poco a poco aprendí a mirar
desde su realidad y a adaptarme a las circunstancias. Las chicas me ayudaron
mucho, pude ver cómo ellas, que habían sufrido una experiencia tan dura, siempre
estaban alegres y confiadas. Eran muy agradecidas, cualquier cosa que les
propusiera les parecía bien, así que preparé actividades sencillas para ellas. A primera hora trabajábamos: a ellas les
gustó mucho tener pinturas y papel y realizamos dibujos para conocer sus
inquietudes, talleres de autoconocimiento, autoestima, actividades educativas
sobre la partes del cuerpo, lectura… para
mí fue triste ver el bajo nivel educativo que tenían: chicas de 10 a 15 años
hacían dibujos muy infantiles; algunas no sabían leer y sólo sabían escribir
algunas palabras sencillas. Después teníamos momentos más lúdicos, hicimos ganchillo, jugamos
al parchís, cantamos… cuando la lluvia nos daba una tregua bajábamos al patio a
saltar a la comba o saltar en la cama elástica; lo más bonito fue convivir con ellas: me enseñaron sus
canciones y yo les enseñé algunas de aquí, les gustaba mucho que les hiciera
fotos o grabara vídeos. El tiempo en el Girls Shelter me permitió conocer el
Rainbo Center, una entidad que atiende gratuitamente a niñas y mujeres víctimas
de abuso sexual: les dan apoyo
psicológico y asistencia médica, les hacen una exploración, realizan la
analítica que precisa y el tratamiento. Allí sentí, junto a la tristeza por la elevada frecuencia del
abuso, la alegría por las personas dedicadas a luchar contra él y por la
justicia y la dignidad de la mujer. Mi experiencia en la Corte no fue tan
positiva, en las dos ocasiones que acudí no se presentaron los acusados y sólo
se pudo posponer la cita; me contaron que esto es bastante frecuente y que el
funcionamiento de la Justicia deja mucho que desear.
El Childline es una línea telefónica abierta 24 horas
donde chicos que sufren agresiones o precisan ayuda pueden llamar. Nos trajo a Sadiqui (nombre figurado), un chico
beneficiario de Don Bosco que había sufrido una paliza. Pude ver la ayuda que
los Salesianos le dieron: lo llevaron a Urgencias, lo acogieron unos días en la
casa, le aconsejaron, le regañaron, pero sobre todo lo acompañaron, porque como
me dijo Jorge Crisafulli, ésa es su tarea, con la confianza en que el Espíritu
actúe.
Don Bosco Fambul
llega también a la cárcel: el proyecto de Pademba Prision trata de mejorar las
condiciones de vidas de los presos, se tienen reuniones con ellos, catequesis y
misa semanal y, próximamente se iniciarán programas de educación no formal y
formación técnica que les ayuden a mantenerse a su salida de la prisión. Pude
acudir a las misas de los viernes en la prisión
y fue para mí muy emocionante: ver el fervor y la alegría con la que participan
presos que llevan allí tantos años me conmovió.

Por las tardes y
los fines de semana estaba en casa conociendo, sobre todo, el REHA Project que
acoge durante 9 meses a chicos de la calle, les ofrece un techo, comida, baño… pero no sólo eso: les ayuda a convivir
sin la violencia de la calle, les da atención médica, orientación, educación,
actividades de tiempo libre: música, danza, teatro… y, por último, trabaja en
la reinserción familiar y realiza el
seguimiento y apoyo para que continúen sus estudios cuando ya están con su
familia. Conocí a los chicos al regreso
de sus vacaciones con sus familias para preparar su vuelta a casa definitiva. Estuve
con ellos en sus asambleas, oraciones, clases, actividades de música, danza,
teatro, compartimos ratos de juegos... y el domingo fui a misa en la Parroquia
con ellos: 45 minutos andando en fila, casi 2 horas de misa muy animada por los
cantos y, la vuelta en el truck por la lluvia: ellos siempre felices. Es genial
verlos tan organizados y obedientes, y charlar con ellos de sus proyectos de
futuro, escuchar lo agradecidos que están, no parece que hayan vivido en la
calle; ¡el trabajo de reinserción ha funcionado muy bien!
Estoy muy contenta por estas
semanas de voluntariado, he descubierto aspectos
de mí que desconocía, he aprendido a no mirar la realidad de otros desde mi
punto de vista, y pienso aun con más fuerza que la pobreza, la corrupción, la
injusticia no son aceptables y que debemos luchar contra ellas sin descanso.
Me siento muy agradecida a mis
compañeros de Hermana África donde comenzó esta aventura; a Jóvenes y
Desarrollo que la hizo posible y me formó para ella; a mi familia por atender
los asuntos que dejé aquí, a David y mis hijos por su generosidad en estas vacaciones
tan diferentes. Y también agradezco a las personas que conocí en Don Bosco
Fambul: a la Comunidad salesiana por acogerme en un momento complicado para
ellos: a Fr Emmanuel, Fr Edwin y Br Julius por su contagiosa alegría africana; a Fr Jose por
compartir sus experiencias de tantos años en la educación y a Fr Jorge por su
atención y su escucha, por compartir conmigo su visión de África, por su
testimonio de entrega, compasión, diálogo y confianza. A Marta por acogerme y
ayudarme en los aspectos prácticos, por nuestras conversaciones sobre
desarrollo y asistencialismo que tanto me han enriquecido. A los trabajadores
por su buen hacer, a los chicos por su deseo de llevar una vida mejor, a los
internos de la Prisión por su testimonio de fe y, sobre todo, a las chicas del
Girls Shelter por enseñarme tanto: a levantarse después tanto dolor, a mantener
siempre la alegría, a ser tan agradecidas y a ganar corazón mientras creía
perder el tiempo.
No quiero que este viaje
termine ahora, desde Hermana África, seguiremos unidos a esta gran familia,
haciendo presente su realidad en nuestra sociedad, sintiéndonos Iglesia con
ellos y enriqueciéndonos todos al compartir nuestras vidas.
GRACIAS, hermana...me has emocionado!
ResponderEliminarEs muy emocionante. Gracias por compartir esa maravillosa experiencia. Tienes todo nuestro apoyo. Has dido muy valiente.
ResponderEliminarGracias Encarna por compartir allí y aquí tu voluntariado. Una preciosa experiencia para un mundo mas justo y cercano.
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