HERMANA ÁFRICA tiene como objetivo principal promover el hermanamiento con la obra salesiana que proporciona acogida, alimentación y educación a niños y niñas vulnerables en Sierra Leona. Queremos sensibilizar a nuestra comunidad sobre la situación de injusticia y también de la riqueza de la vida en África, crear Iglesia y facilitar apoyo económico



Artículos de Jorge Crisafulli

PADEMBA PRISON: LA MISERICORDIA, DEL CORAZON A LA ACCION

ANUNCIANDO LA ALEGRIA DEL EVANGELIO EN EL INFIERNO AFRICANO: DON BOSCO EN LA PRISION PADEMBA DE SIERRA LEONA

Hoy quisiera compartirles algo sobre Sierra Leona, otro de los países donde se desarrolla mi trabajo misionero. Es un país hermoso desde el punto de vista geográfico con sus selvas, sierras y playas de arenas blancas y aguas cristalinas. Este pequeño país tiene 5.000.000 de habitantes; 3.200.000 de los cuales tienen menos de 25 años de edad. Es un país muy rico desde el punto de vista de sus recursos naturales (diamantes) y por otro lado ocupa uno de los últimos lugares en la lista de “países desarrollados” (lugar 183 entre 187). Como siempre digo, “país rico, pero muy pobremente administrado por sus gobernantes (en la lista de países más corruptos Sierra Leona ocupa el lugar 119 entre 174 países evaluados por Transparencia Internacional).

Lamentablemente, a Sierra Leona le tocó vivir una de las guerras civiles más largas y crueles de la humanidad donde murieron miles de personas y donde se cometieron crímenes cruelísimos. Los misioneros salesianos permanecieron siempre al lado de su gente durante toda la guerra y se ocuparon desde el año 2001 de la recuperación de cientos de niños y niñas soldado. Hoy por hoy tenemos un programa llamado Don Bosco Fambul (Don Bosco Familia en lengua crio) que se ocupa de la niñez en riesgo: chicos de la calle, huérfanos del Ébola, niñas y jóvenes sexualmente abusadas, etc. Con una multiplicidad de programas llegamos a las periferias de la capital Freetown para encontrarnos con chicos abandonados (Don Bosco Móvil), tenemos un hogar donde residen los chicos de la calle, un programa que busca contactar a sus familias en vista de la re-unificación, una línea telefónica a la que pueden llamarnos niños y jóvenes con problemas que buscan consejo y ayuda y un refugio para chicas abusadas sexualmente que se llama Laura Vicuña.

Más allá de todo lo que estábamos haciendo por la niñez en riesgo, había un sector, un lugar de la periferia al que no habíamos podido entrar, esto es “Pademba Prison”, la prisión de Pademba, donde cientos de adolescentes y jóvenes se “perdían” literalmente, compartiendo celda con adultos y criminales de todo tipo. Así es que con el mismo espíritu que movió a Don Bosco a visitar la cárcel de la Generala en Turín en 1841 fuimos a visitar al Director de la “Pademba Prison”. Fuimos 3 Salesianos y un laico. El Director nos recibió cortésmente y nos dijo: “Hemos escuchado acerca de Don Bosco. Los hemos estado esperando desde hace mucho tiempo”. Para mi sorpresa, esas eran las mismas palabras que los chicos africanos le “gritaban” a Don Bosco en su sueño misionero (aquel de la línea entre Hong Kong a Valparaíso): “te hemos estado esperando desde hace tanto tiempo”. Inmediatamente, el director organizó una visita a la cárcel y por primera vez en 30 años pudimos visitar este “infierno en la tierra”. Es una prisión pensada para 300 personas donde viven 1876 presos. El olor en las celdas era fuerte y penetrante, mezcla de sudor, orín y heces humanas. Sinceramente, una imagen del infierno aquí en la tierra. Visitamos toda la prisión: celdas, cocina, enfermería, talleres, patios. Todo dilapidado, viejo, abandonado, excepto una capilla católica construida por un misionero muchos años atrás. Esqueléticos presos nos regalaban de vez en cuando alguna sonrisa pero con mirada perdida y desesperanzada. En esta recorrida pudimos ver algunos adolescentes y chicos muy jóvenes que gritaban pidiendo: ayúdennos, sálvennos, hagan algo, sáquennos de aquí por favor!  Nos dimos cuenta que no había agua corriente; nos enteramos que los presos comían una vez al día y que dormían hacinados más de 30 en una celda pensada para 5. Tampoco había un lugar donde lavar ropa o para ducharse (un camión cisterna venía a diario a la prisión y el agua se usaba sobre todo para la cocina).

Ahí encontré a un jovencito de 18 años llamado (para mi sorpresa) Juan Bosco. Recuerdo que le dije que con ese nombre no debería estar en un lugar así. Se rio y me contó  su historia. Su historia me conmovió hasta las lágrimas. Había perdido a sus padres durante la guerra civil y decidió venir a la capital en busca de trabajo. La policía lo había encontrado deambulando por las calles durante la noche; lo agarraron y lo llevaron directamente a la prisión, sin juicio, sin ninguna razón, sin defensa, simplemente porque era un “potencial delincuente y seguramente un futuro ladrón”. No le avisaron a nadie porque no había nadie a quien avisarle. Se “comió” dos años ahí dentro, en el infierno. Me contó como los “macho boys”, los muchachos más grandes, le quitaban los panecitos por la mañana limitando su desayuno a una taza de té amargo, y lo mismo pasaba con la salsa de su arroz al mediodía; como a la noche tenía que abanicar a los “macho Boys” para combatir el calor y los mosquitos; que tenía que dormir de cuclillas porque no había lugar para todos como para dormir acostados; que su tarea era limpiar a la mañana la celda y vaciar la lata con orín y heces. Me contó en crio como habían hecho con él “trabajo de hombre y mujer”, una manera delicada para decir que había sido abusado sexualmente, pero que a nadie le habían importado sus quejas, porque ese era su destino. Me dijo que podría haberse salvado de esta experiencia de dolor y muerte si alguien hubiera estado ahí para pagar su fianza de 10.000 leones, equivalente a 2 dólares americanos. Esa persona nunca había aparecido.


Hoy, gracias a Dios, Juan Bosco- el africano-  está fuera de la prisión Pademba. Ha vuelto a sonreir y sus heridas exteriores e interiores van cerrando y sanando lentamente. Ha aprendido un oficio y forma parte del Movimiento Juvenil Salesiano. Me contó más tarde que en prisión había pensado en quitarse la vida varias veces, pero que su encuentro con Don Bosco le había devuelto la esperanza y la ganas de vivir, de reconciliarse con su pasado, de perdonar y volver a empezar.

Y así sigue la historia. Los salesianos visitan como comunidad- todos juntos- la prisión, todos los viernes. Entran temprano y se van a la tarde. Celebran la Eucaristía, rezan, cantan, se encuentran con los adolescentes y jóvenes para escuchar sus historias y buscar ayuda legal para resolver sus casos. Ya son más de 30 los que han salido de la prisión. Varios viven en una casita especial bajo un programa llamado “group home” (Familia Grupo) donde viven, y estudian para poder rehacer sus vidas.

Jesús en Mateo 25 nos invita a poner la “misericordia” en acción, nos invita a ser gauchos, a ser buenos desde adentro, a sentir dolor con el que sufre abandono, injusticia y soledad: “Entren al Reino benditos de mi Padre porque estuve preso y enfermo y me vinieron a visitar, porque todo lo que hicieron a uno de estos mis pequeños hermanos, a mí me lo hicieron”.


Yo le auguro y me auguro, querido lector, con las palabras de Mamerto Menapace: “que la muerte nos encuentre vivos”; que en el momento del juicio, Tata Dios no nos encuentre con la boca llena de la palabra misericordia y con un corazón seco y con las manos vacías de obras. Porque al final, la misericordia no es sólo cuestión del corazón, sino -y sobre todo- una cuestión de acción. Que dios los bendiga y … hasta la próxima mateada!


CUENTA CONMIGO

La historia de Sadiqui

Desde una muy lluviosa Sierra Leona, les invito a acercarse al fogón para saborear unos ricos mates “criollo-africanos”… el mate y la yerba son “made in Argentina”. Las historias de vida y de fe, son “made in África”.  A ver, ¿quién se anima al primer mate? Aquí va, acompañado de unos versos de Santa Teresa de Ávila, mística y Doctora de la Iglesia:

    “Dios no tiene cuerpo en la tierra sino el tuyo
     No tiene manos sino las tuyas.
     No tiene pies sino los tuyos.
     Tuyos son los ojos con los que la compasión de Dios mira al mundo.
     Tuyos son los pies con los que Él camina para ir haciendo el bien.
     Tuyas son las manos con las que ahora tiene que bendecirnos

Leía hace unos días, que San Francisco envió a sus hermanos a predicar el Evangelio con las siguientes palabras: “Vayan y prediquen el Evangelio. Si hace falta, usen palabras”. En palabras de Madre Teresa, la Santa de Calcuta: “Prediquen sin predicar”. Cuando de Misericordia se trata, no valen las palabras, sino las acciones, el testimonio de vida.

Como Misionero Salesiano, estoy convencido de que la primera tarea de la Iglesia y de la comunidad Cristiana es anunciar la misericordia, proclamar a 4 vientos, que nuestro Dios es un Dios “rico en misericordia” (Ef 2,4); pero no basta predicar con palabras, publicar atractivos videos en las redes sociales y enseñar a la gente qué es el atributo divino de la misericordia.  Tal vez – y me animo a decirlo aunque me excomulguen- el pecado más grande de la Iglesia hoy, en el mundo actual es llenarse la boca de misericordia, y al final ponerla muy poco en práctica. Predicamos la misericordia y al mismo tiempo somos extremadamente duros y rígidos con los pobres, con los “pecadores”, con los ignorantes y con los marginados de este mundo.

A ver, un cambio de yerba y …  aquí va otro “amargo”.    

Aquí en Don Bosco Fambul –en nuestra misión de Sierra Leona- estamos a diario en contacto con el sufrimiento de los pobres, los pequeños, los desposeídos, los olvidados y humillados, las víctimas de la violencia, los que sufren, los excluidos injustamente, los angustiados, los que lloran, los pecadores, los deshonrados, los presos... (y la lista podría continuar). En Fambul, tenemos un programa de rehabilitación para niños de la calle, un refugio para chicas abusadas sexualmente, un programa para chicos huérfanos del Ébola, una línea telefónica de ayuda (24 horas, 7 días a la semana y 365 días al año) y un programa de ayuda integral a jóvenes prisioneros de la prisión de Pademba. Somos 5 salesianos y un grupo de 80 laicos, que gradualmente hemos ido aprendiendo que no hay chicos o jóvenes malos -así pensaba Don Bosco- sino niños y jóvenes a los cuales nunca nadie les dijo que “pueden” ser buenos y hasta santos. Con paciencia y amabilidad vamos ayudándoles a entender a estos niños y jóvenes que siempre existe la posibilidad de re-comenzar, de darle un nuevo sentido a la vida, de ofrecerle un lugarcito a Dios en el corazón para comenzar a vivir con responsabilidad la propia vida, vivida como un don de Dios y al servicio de los demás.

Aquí va otro mate, acompañado de la historia de Sadiqui. El sábado pasado dormía profundamente cuando a las 2 de la mañana sonó mi teléfono. Me llamaba el trabajador social de turno en la línea telefónica 116; una llamada de urgencia: alguien había llamado avisando que en frente de la Catedral había un joven ensangrentado, semi-inconsciente. En 15 minutos estábamos 4 personas, 2 Salesianos, un guardia de Fambul y el mismo muchacho que atendía la línea 116 frente a este joven desconocido. Tenía un brazo quebrado, el rostro desfigurado a golpes, una oreja cortada a la mitad y múltiples cortes y golpes en todo su cuerpo. A toda velocidad lo llevamos al hospital, a la sala de emergencias. Las enfermeras y el doctor de turno nos dijeron que por los signos debía ser un ladrón al que agarraron “in fraganti”, y que estaba vivo de milagro (aquí al ladrón pobre se lo juzga, sentencia y condena a muerte en las calles; mientras que los verdaderos ladrones y corruptos que roban millones, viven impunemente en sus casas de lujo) Tenía pantalones y remera dadas vueltas (así hacen cuando entran a robar), le habían hecho varios cortes con un machete para dejarlo marcado (así la comunidad lo puede reconocer como ladrón en el futuro) y le habían roto un brazo como aviso (no robarás). 

Recuerdo a la enfermera diciéndome: “Pero Padre, para qué gasta su tiempo y su dinero en esta gente. Son lacra social. Tienen que pudrirse en la cárcel”. Le contesté  con todo el caudal de sabiduría salesiana que podía tener un domingo a las 3 de la mañana: “Sabe ud hermana (“sister”, así llamamos a las enfermeras aquí), nosotros en Don Bosco Fambul, creemos en los jóvenes. Sabemos que en cada uno de ellos hay una fibra de bien y que “para Dios nada es imposible”; que su gracia puede hacer de un ladrón, un santo en un instante”. Me miró incrédula como diciéndome, “lindo, pero que ingenuo es ud!”… y siguió suturando la oreja partida con indiferencia y, dicho sea de paso, sin usar anestesia alguna. Sadiqui, el “ladrón cazado”, con su cara desfigurada no emitía queja alguna. Fijaba sus ojos en los míos. A mí se me caían las lágrimas, no tanto por el dolor de sus heridas y la “cosida” sin anestesia, sino por la profunda tristeza que me transmitían sus ojos. A las 5.30 de la mañana lo llevamos a nuestra casa y le dimos un plato de comida, medicinas para calmar el dolor y una colchoneta para dormir.

Sadiqui tiene 22 años, es huérfano y tiene tuberculosis. Ya ha comenzado su tratamiento y quiere estudiar un oficio y cambiar su estilo de vida. Hoy, su desfigurado rostro ha vuelto a la normalidad y he podido descubrir tanta belleza interior a través de sus ojos. Cuando su brazo cure, podrá comenzar a estudiar un oficio en un taller de Freetown y un trabajador social –Francis- lo acompañará semanalmente en su proceso de rehabilitación. Como decía Don Bosco, no hay muchachos malos. Estos son muchachos a los que nadie les ha mostrado el potencial de amor y bondad que existe en su corazón. Y por otro lado, ¿qué diferencia hay entre Sadiqui y yo? En sus ojos me veo a mí mismo y con su silencio me está diciendo implícitamente que en mi corazón hay también un inmenso potencial para el bien y el mal, para la violencia y la paz, para el egoísmo y el amor. 

San Juan Crisóstomo, Padre de la Iglesia, decía que “el amor al prójimo es la madre de todo lo bueno y el signo distintivo del cristiano”. Decía que sin caridad, todas nuestras oraciones, rosarios y misas no sirven para nada; que la misericordia es mejor que cualquier otra práctica de virtud o penitencia, mejor incluso que el martirio; y que “sin virginidad se puede mirar a Dios; sin misericordia, no”.

Querido amigo cristiano: Jesús llama “benditos” a los misericordiosos porque ellos obtendrán misericordia. Dietrich Bonhoeffer –teólogo protestante alemán, martirizado por los Nazis- escribió de los que son misericordiosos: “(los misericordiosos) sienten un amor irresistible por los pequeños, los enfermos, los desdichados, los humillados, por las víctimas de la violencia, por los que sufren y son excluidos injustamente, por todos aquellos que se angustian y apenan; y buscan a quienes incurren en pecado y culpa. Ninguna aflicción es demasiado profunda, ningún pecado demasiado terrible, para que allí se haga presenta la misericordia. Las personas misericordiosas regalan su propio honor a los deshonrados y echan sobre si mismas la deshonra de éstos. Cabe encontrarlas al lado de publicanos y pecadores y asumen de buen grado la ignominia de frecuentar su compañía…solo conocen una dignidad y un honor: la misericordia de su Señor, lo único de lo que viven…la misericordia del Crucificado”. Don Bosco y Teresa de Calcuta son un ejemplo de esto.

Aquí sigue lloviendo sin parar. Los dejo con este augurio: que Tata Dios nos “empape” el corazón con la misma misericordia de su Hijo Crucificado; y que a través de nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestros ojos, pies y manos, El Padre de nuestro Señor Jesucristo siga bendiciendo a los crucificados de este mundo!

Con mi bendición misionera,


P. Jorge

2 comentarios:

  1. Vayan y prediquen el Evangelio. Si hace falta, usen palabras”....qué mas decir?fekiz semana de san Francisco!

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  2. Vayan y prediquen el Evangelio. Si hace falta, usen palabras”....qué mas decir?fekiz semana de san Francisco!

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