HERMANA ÁFRICA tiene como objetivo principal promover el hermanamiento con la obra salesiana que proporciona acogida, alimentación y educación a niños y niñas vulnerables en Sierra Leona. Queremos sensibilizar a nuestra comunidad sobre la situación de injusticia y también de la riqueza de la vida en África, crear Iglesia y facilitar apoyo económico



domingo, 16 de diciembre de 2018


Testimonio: Don Bosco Fambul, siempre hay otra oportunidad
Por segunda vez he tenido la oportunidad de compartir mi verano como voluntaria en Don Bosco Fambul, la obra que los salesianos tienen en Sierra Leona con la que estamos hermanados en Hermana África. He podido convivir, compartir, y aprender mucho de esta gran familia: Fambul significa familia en la lengua Krio, el idioma desarrollado principalmente en Freetown, la capital.
Desde luego Don Bosco es una gran familia que alberga muchos programas; aunque he dedicado la mayor parte de mi tiempo a las niñas, he tenido la suerte de conocer casi todos los proyectos:
Acoge en el Girls Shelter a niñas que han sufrido abuso sexual, psicológico o físico y que viven allí hasta que se resuelve su caso en los tribunales y pueden volver con su familia o con una de acogida.
Rescata de las calles a niñas situación de prostitución mediante dos proyectos. El Grisl shelter plus, o Girls OS + en Krío, que es un hogar donde viven  en un ambiente familiar cuando ya han salido de las calles,  en el que reciben atención, educación… hasta que pueden volver con su familia, ir a estudiar… 
Y el proyecto Don Bosco sobre Ruedas, un autobús que  visita localidades cercanas a Freetown donde hay muchísimas niñas que siguen ejerciendo la prostitución: allí se contacta con ellas, se les da atención médica, formación, se les da la oportunidad de expresarse con libertad… y se les van abriendo los ojos a que otra vida es posible, que pueden incorporarse al Girls OS + cuando vean que es su momento o recibir apoyo para reincorporarse a la sociedad como mujeres libres.
Acoge chicos de la calle en un proyecto residencial que les permite rehabilitarse y volver después con su familia nuclear, extensa o con otra de acogida. Y trabaja con los niños que siguen en la calle con el programa Don Bosco sobre Ruedas.
Apoya mediante casa tuteladas a jóvenes que no tuvieron oportunidad de formarse por la larga guerra civil o el ébola y tienen difícil encontrar hueco en el mundo laboral, este proyecto les ayuda a iniciar la vida adulta.
Da asistencia médica, legal, espiritual, alimentaria… a los internos de la prisión de Pademba que viven en un infierno, hacinados, sin ningún tipo de atención, con un escaso plato de comida al día.
También atiende una parroquia, un colegio que en agosto organizaba un campamento de verano durante las vacaciones escolares al que asistían niños y niñas del colegio, del barrio y de los programas residenciales y por tanto permitía convivir a los niños de la calle, las niñas que habían salido de la prostitución, las niñas víctimas de abusos… con niños de la escuela.
Así que, he podido convivir con niños y niñas, jóvenes, hombres y mujeres fuertes, alegres, entusiastas… y sobre todo, ¡que tienen esperanza! Quizá es eso lo que más llama la atención y lo que después, ahora que ya ha pasado un tiempo de mi estancia allí recuerdo con más fuerza: han pasado por experiencias muy duras, han llevado unas vidas terribles, pero nos demuestran que nunca está todo perdido, que siempre hay otra oportunidad. En Don Bosco he conocido a jóvenes rescatados de las calles que hoy están estudiando gracias al programa de casas tuteladas, al actual coordinador de uno de los proyectos que fue niño de la calle rescatado por el proyecto, a una de las trabajadoras en prácticas del Girsl Shelter plus que sufrió abusos por parte de su padre durante años, fue acogida por Don Bosco Fambul y hoy está estudiando trabajo social gracias a su ayuda… y como éstas, muchas otras historias que nos demuestran que los sueños, son posibles. Ésta es la gran lección que he aprendido: siempre hay otra oportunidad; siempre, todos, tenemos el derecho y yo diría, la obligación de soñar.


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